miércoles, 12 de julio de 2017

Un empujón

Contempló el cuerpo sin vida de la joven. Su blusa blanca estaba teñida de rojo.
En su garganta se agolpaban las preguntas, pero sobre todo una punzante y dolorosa, como el puñal utilizado para cometer aquel crimen. ¿Qué habían hecho las dos para merecer semejante destino?
Ángela no habría podido ayudarla aunque hubiera querido. En unas cuantas horas encontrarían a aquella pobre desgraciada y sus padres recibirían la trágica noticia, igual que le había pasado a ella. Su asesinato había quedado sin resolver, y de eso hacía ya mucho tiempo.
El individuo permanecía sentado en el borde de la cama. Extrajo un pañuelo de su chaqueta y comenzó a restregar la sangre impregnada en el cuchillo, con calma. Una vez terminada aquella labor, guardó el arma en el interior de su chaqueta en un gesto que le pareció frío e indiferente. Abrió la puerta, echó un vistazo, y se marchó sin mirar atrás, dejándola sola con el cadáver.
—¿Qué ha pasado? —La mirada confundida del fantasma de la joven la hizo reaccionar.
—No hay tiempo para eso. Va a escapar de nuevo.
—¿Quién va a escapar?
—¡El que nos ha matado!
Ángela agarró la mano incorpórea de la joven y juntas atravesaron la pared hasta llegar al vestíbulo. El individuo estaba bajando las escaleras.
—Tú acabas de morir. Eres fuerte. Empújalo.
—Pero yo…
—¿Quieres que mate a otra chica como ha hecho contigo y conmigo? Empújalo.
—No sé si puedo.
—Se va a escapar otra vez, tienes que hacerlo. ¡Empújalo!
—Pero… —¡EMPÚJALO!
 Un ruido seco se escuchó en el vestíbulo. Al pie de la escalera, en una posición imposible yacía el cuerpo de un hombre.

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